(Continúo con mi testimonio).
Les contaba que crecí junto a los Padres de Schoenstatt, que en ese tiempo eran padres pallottinos, y ellos eran mis asesores en los grupos de niños, junto a otros laicos.
Les presento entonces al Padre Luis López: El fue el padre que me dió la Primera Comunión. Hoy en día ya tiene edad y está bastante debilitado, sin embargo en ese tiempo era muy dinámico.
P. Luis López
Después de hacer mi Primera Comunión entré a dos grupos en la parroquia: a los Cruzados y a los acólitos. En ambos, el gran asesor era el P. Carlos Pfeiffer. El fue incluso mi padrino de confirmación. Con él siempre se pasaba bien. El organizaba paseos y campamentos. Estaba siempre dispuesto a las aventuras, se podían conocer cosas nuevas. Para nosotros los acólitos había siempre un rico desayuno después de la misa. También había un laico: Fernando Moya ('Moyita") que era muy cercano a nosotros. Todas estas eran vivencias que tenían su importancia en el desarrollo de mi vocación sacerdotal.
Aquí tengo a mano una foto del P. Carlos Pfeiffer. Se los presento:
P. Carlos Pfeiffer en Concepción, Montahue, 1985. El murió en 1988.
Estuvo también trabajando en Burundi (1974-1976)
para fundar el Movimiento de Schoenstatt.
Como siempre, él amó y entusiasmó mucho los niños y los jóvenes.
para fundar el Movimiento de Schoenstatt.
Como siempre, él amó y entusiasmó mucho los niños y los jóvenes.
Junto a otros chicos que tenían inquietudes vocacionales formamos un grupo vocacional que duró más o menos hasta cuando yo tenía 14 años. Ahí aprendíamos el latín, a meditar, y diversos rasgos de la espiritualidad de Schoenstatt (trabajábamos con el Horario Espiritual, Propósito Particular, etc.). Eramos cinco chicos, y de ellos, solo yo llegué a ser sacerdote. Por gracia de Dios, naturalmente! Los padres que dirigieron ese grupo fueron sucesivamente: el P. Francisco García Huidobro, hoy párroco en Ñuñoa, y el P. Marcial Parada, hoy misionero en México. Sobretodo el P. Francisco nos iba a buscar al liceo todos los martes en el auto de la parroquia, y nos tenía unas ricas onces. Teníamos alrededor de 11 años y éramos bastante desordenados. Sin embargo, más de algo se nos quedaba. Muchos libros que leí en ese tiempo me marcaron mucho.
Les presento a los padres:
Padre Francisco García Huidobro, en su actual "look".
P. Marcial Parada. El fue también mi asesor juvenil en la parroquia.
Amigo de todos nosotros, los jóvenes.
Amigo de todos nosotros, los jóvenes.
Tenía también desde pequeño un amor por la Virgen junto a Jesús que me era muy connatural. Creo que mis padres tuvieron también una gran influencia en ello.
Mis padres entretanto habían conocido Schoenstatt y yo participaba con ellos en todos los encuentros de la Familia de Schoenstatt del lugar, sin estar en la Juventud schoenstattiana.
Les presento a mis papás en una foto de la época (1971). Esta foto la tengo siempre en mi "santuario de pieza":
Mis padres en 1971
En ese tiempo se trataba de formar la JEC en nuestra Zona Oeste de Santiago, y yo rapidamente me empecé a desarrollar como un líder de los jóvenes. Me gustaba estar con los jóvenes, escucharlos, alentarlos, y yo tenía mucha claridad de ideas. Así es como recorría las parroquias, visitaba los otros jefes en sus casas, armábamos encuentros, jornadas, misas, etc.
Yo estaba muy contento de ser joven, y pensaba que era lo mejor que podía haberme sucedido de estar en esa edad maravillosa.
También en ese tiempo me interesaba por la historia de Chile, especialmente en el siglo XX, y me gustaba leer. Así es como un buen día leí un libro sobre "El Padre Alberto Hurtado, S.J." de Alejandro Magnet. Me lo leí entero, y me entusiasmó. Me gustaba ver como el P. Hurtado se comprometía con los problemas de su tiempo, como entusiasmaba a la juventud, y como la llamaba a un compromiso. Me gustaba también la preocupación del P. Alberto Hurtado por los pobres.
San Alberto Hurtado: Su lema: "Contento, Señor, contento!"
Canonizado por el Papa Benedicto XVI, el 23 de octubre 2005.
Canonizado por el Papa Benedicto XVI, el 23 de octubre 2005.
Cabe mencionar que yo estudiaba en el "Liceo Alberto Hurtado" que queda entre las calles Constantino, Ecuador y Nueva Imperial de Estación Central. Era un Liceo dirigido por los Hermanos de la Inmaculada Concepción (holandeses). Ahí estudie los 6 años de las humanidades, como se llamaban en ese tiempo.
En el último año de mi educación secundaria me preguntaba que querría ser en la vida. A partir de la edad de 16 años, yo había dejado de lado el ideal de ser sacerdote, pues pensaba que más bien Dios me llamaba a ser un laico, pero un laico comprometido en los problemas actuales a partir de la fe.
Para postular a la Universidad, en ese tiempo, debía escribir 4 carreras, en orden de preferencia, y según el puntaje de la Prueba de Aptitud Académica se vería en cual quedaba.
Yo, a esas alturas, ya tenía claro, que mi vocación iba en la línea de la pedagogía. Pero no quería ser un profesor que enseñe una materia más. No. Basado en mis experiencias con los jóvenes, quería algo en la cual estuviera directamente implicado en los problemas de los jóvenes para ayudarlos. Quería el contacto directo con ellos. Así es como, averiguando, supe que existía una carrera de "Orientador profesional", la cual, sin embargo, era de post-grado, es decir, necesitaba para ello primero ser profesor de educación secundaria en alguna mención y estudiarla posteriormente.
Yo tenía un sacerdote amigo que estudiaba filosofía (P. Germán Alvarez), y, basado en su ejemplo me pareció la filosofía una buena cosa para tener cimientos sólidos en una cosmovisión del mundo y de la vida. Por eso decidí que mis preferencias eran:
- Pedagogía en filosofía,
- Periodismo,
- Sicología,
- Sociología.
Con nuestra comunidad cristiana del pedagógico sosteníamos una escuelita nocturna pobre de Macul, donde yo hacía clases después de las 5 de la tarde varias veces en la semana.
También a través de los grupos políticos contactaba más de algún sindicato, y me interesaba en sus problemas. Yo no militaba en ningún partido, pero me interesaba en captar el máximo posible de lo que pasaba. También estuve en más de una demostración política. Eran el último año de Frei (1969) y los primeros de Allende (1970-1971).
Sin embargo, mi vocación más profunda, y "mi mundo", era el mundo de la Iglesia y el mundo de la fe. Por ello, yo continuaba con mi compromiso en la Zona Oeste de Santiago, donde era muy dinámico. El obispo auxiliar, que dirigía esa Zona, era Monseñor Fernando Ariztía, que era de fácil trato y cercano a nosotros, los jóvenes.